
Conocemos la forma más rápida y barata de frenar el cambio climático: usar menos energía. Con poco esfuerzo, y una mínima inversión, podríamos reducir nuestra dieta energética 25 % o más, con beneficios para la Tierra y nuestros bolsillos. Entonces, ¿qué estamos esperando?
Este movimiento empieza en casa con el cambio de una bombilla, la apertura de una ventana, una caminata a la parada del autobús o un viaje en bicicleta a la oficina de correos.

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